Con la llegada de la Navidad llegan los impulsos consumistas e irrefrenables de adquirir cosas que no necesitamos. Cuando decimos cosas, nos referimos a infinidad de productos de todo género, en las antípodas de la necesidad. Artículos que en la mayoría de los casos no necesitamos y adquirimos por consumir. El modelo AIDA explica muy bien el proceso de los individuos en las compras:
Atención; algún artículo, alimento, servicio capta nuestra atención.
Interés: en esta segunda etapa es en la que se despierta nuestra motivación y hace surgir nuestro interés.
Deseo: aquí se despierta el deseo de compra y para que esto ocurra, el producto o servicio objeto debe satisfacer una necesidad real o inventada, ofrecer la solución a nuestro problema.
Acción: en este punto ya estamos convencidos y aquí se cierra la compra.
Muchas veces, cuando llegamos a la acción de compra esta se produce de forma irracional, movida en ocasiones por las emociones. Aquí es donde debemos ser responsables y conectar la compra al origen mismo del producto y darle una historia y recorrido a ese artículo, alimento, o bien que deseamos adquirir. Esta es la base del Comercio Justo, un sistema comercial solidario y alternativo al convencional que persigue el desarrollo de los pueblos y la lucha contra la pobreza.
Nuestro proyecto El Puente Viejo pretende promover estos 8 principios de Comercio Justo:
- Condiciones laborales y salarios adecuados
- Respeto a los derechos de los niños. No explotación laboral infantil
- Igualdad entre hombres y mujeres:Ambos reciben un trato y una retribución económica equitativa.
- Respeto al medioambiente: Los artículos y alimentos se fabrican a través de prácticas respetuosas con el entorno en el que se producen.
- Transparencia y responsabilidad en las relaciones comerciales.
- Promoción del comercio justo a través de la difusión de información sobre sus prácticas.
- Condiciones de trabajo favorables en un ambiente seguro y saludable para los productores.
- Relaciones de comercio basadas en el interés por el bienestar social, económico y ambiental de los pequeños productores, en un marco de solidaridad, confianza y respeto mutuo.
En resumen, el COMERCIO JUSTO antepone las personas y el medio ambiente a los beneficios económicos, un sistema que protege los bienes comunes y que logrará poner fin a la pobreza.
Para conseguir esta transformación nosotros somos responsables en nuestro rol de consumidores. Parémonos a pensar en el momento en que se pone en marcha el modelo AIDA y, antes de llegar a la acción de compra, debemos preguntarnos: ¿la transacción que vamos a realizar es JUSTA para las personas y el medio ambiente? Nuestras decisiones, reflexiones y acciones son ‘El Puente’ hacia un mundo mejor.
Consume local, de forma justa y responsable.
Silvia Moreno
Fundadora de El Puente Viejo